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—Aquí estamos... —Frente a Su Ping había una puerta de bronce de simplicidad primitiva.
La puerta estaba grabada con behemots extraños pero realistas que parecían mirar con desdén al mundo frente a ellos.
Una antigua atmósfera salvaje emanaba de la puerta, que parecía haber estado aquí durante decenas de miles de años.
La puerta de bronce estaba ligeramente entreabierta. Su Ping dejó que su sentido se filtrara a través de la grieta. No había reyes bestia.
—No puedo creer que haya una puerta en un lugar donde viven las bestias... —Su Ping estaba desconcertado. Esta puerta no parecía haber sido hecha por bestias salvajes.
—¿Podría ser que al principio, los guerreros de mascotas de batalla llevaron a esas bestias allí y construyeron esa puerta para contenerlas? —Parecía ser la única explicación.
Su Ping se movió sin dudarlo.
—Zumbido! —Se teleportó a través de la leve apertura y apareció al otro lado de la puerta.