—¿Ah-huh? —Su Ping entrecerró los ojos y lentamente dirigió su mirada hacia el Maestro Ding.
Su Ping siempre se consideró un hombre razonable. Xiao Fengxu estaba buscando deliberadamente un enfrentamiento con él, pero solo limitó su respuesta a una disputa verbal porque Xiao Fengxu solo le había ofendido con palabras.
Pero el Maestro Ding era diferente. No le importaba quién había comenzado el argumento y afirmó desterrarlo directamente de la Asociación de Entrenadores.
—¡Eso significaba el fin de la carrera de un entrenador!
Su Ping miró fijamente al Maestro Ding y luego dirigió una mirada a Xiao Fengxu, quien ni siquiera ocultaba su sonrisa triunfal. De repente, Su Ping se dio cuenta de que la hermosa justicia que quería era pura fantasía.
La realidad era dura.
Xiao Fengxu no fue más allá de la disputa verbal porque sabía que no podía derrotar a Su Ping en un enfrentamiento físico.
No era porque Xiao Fengxu no quisiera recurrir a la violencia.