—Tienes razón. Soy débil. —Un toque de tristeza se escondía en la sonrisa de su rostro. Hablaba con Yan Bingyue y, al mismo tiempo, consigo misma.
Yan Bingyue se sorprendió con la reacción de Su Lingyue.
La primera se puso muy alerta.
Podía notar que el rugido se acercaba más a ella. No podía permitir que Su Lingyue continuara. Yan Bingue rodeó a Su Lingyue, manteniendo la espada en su cuello. Yan Bingyue agitó un poco su espada y apareció un corte delgado en el cuello de Su Lingyue. ¡Eso fue una advertencia!
—¡Ríndete, o morirás! —Al escuchar la voz fría que venía de detrás de ella, Su Lingyue puso una sonrisa aún más amplia, pero la tristeza estaba grabada en sus ojos, ¡así como un rastro de orgullo!
—Ni siquiera Frosty puede protegerme. —Yo soy la que los arrastra hacia abajo. Nadie puede salvarme cuando estoy tan débil. —Pero…