—Vamos juntos. —Xu Kuang estaba junto al coche, listo para subir y pegarse un viaje gratis.
—¿No tienes un coche deportivo? —Su Ping miró el coche deportivo naranja aparcado detrás de ellos, el que Xu Kuang había conducido para llegar allí.
—Cuanto más seamos, mejor. —Xu Kuang sonrió.
Su Ping estaba un poco desconcertado. Sin embargo, no intentó disuadir a Xu Kuang. Después de todo, el asiento trasero estaba vacío.
Su Lingyue se subió al asiento del copiloto. Cuando escuchó las palabras de Xu Kuang, no pudo evitar lanzarle una mirada de simpatía.
Xu Kuang encontró esa mirada extraña. Pero, como Su Ping no lo rechazó, saltó felizmente al asiento trasero. No perdería la oportunidad de mejorar su relación con Su Ping.
—Señor, ¿qué resultado cree que debería obtener? —Xu Kuang sonrió y sus palabras eran desafiantes.
