Como ya conocía el camino, Su Ping encontró rápidamente el punto de control de inspección, esperó un poco en la cola y entró a la sala que acababa de dejar hace no mucho tiempo.
—¿Es el señor Su? —Qin Shuhai abrió la boca en shock pero se recuperó rápidamente—. ¿Acaba de ir a otra exploración?
—Sí —Su Ping asintió.
Qin Shuhai sacudió la cabeza y decidió no hacer preguntas. Era comprensible que alguien que había ganado una gran fortuna en el Reino Misterioso quisiera seguir adelante.
Su Ping sacó su mochila y descargó su contenido, dos cristales de energía extraídos de monstruos de séptimo rango.
Qin Shuhai miró los artículos con las cejas inquietas. Esperaba algo mejor.
—Bueno... Parece que no tuviste mucha suerte esta vez, señor Su.
—Me temo que sí —Su Ping fingió una expresión de decepción.
—No te preocupes. Siempre puedes intentarlo de nuevo y quizás encontrar tesoros más extraordinarios, como lo hiciste la última vez.
—Gracias. Eso es a lo que aspiro.
