Después de un estruendo, el puño de Su Ping retumbó y atravesó el pecho del alienígena como un meteoro.
La sangre negra salpicó por todas partes; algo de ella alcanzó la ropa de Su Ping, pero él la ignoró y simplemente rugió mientras agitaba su puño. Cada uno de sus golpes dejaba un agujero en el cuerpo de la criatura.
Los ancianos también querían intervenir y ayudar. Sin embargo, estaban demasiado atónitos para moverse después de ver la ferocidad que mostraba el joven. Lo miraban, al nuevo Niño Dao, con shock en sus ojos.
—¿Qué clase de poder es este? ¡El mero impacto secundario hacía temblar sus corazones!
—¡Rugido!
El miembro de los Cielos rugió y se liberó de los puños de Su Ping. Su cuerpo ya estaba lleno de agujeros, donde el poder de Su Ping permanecía y roía su cuerpo; era imposible recuperarse.
El pergamino plateado apareció nuevamente en las manos del alienígena. La luz plateada brotó de sus ojos mientras leía sílabas antiguas.