Un buen rato después.
Una vez que las auras de espada se habían ido, todos descubrieron que Chen Xi no estaba por ningún lado. Solo había pedazos de carne esparcidos a través del vacío, intentando reensamblarse.
Su Ping observaba en silencio pero no se detuvo. Después de que la carne de Chen Xi se reconstituyó, Su Ping finalmente preguntó:
—¿Quieres seguir peleando?
Chen Xi tenía una expresión horrible. Las palabras de Su Ping le perforaron el corazón como agujas afiladas. Se sentía humillado, pero el temor en su corazón le hizo darse cuenta de que perdería, incluso si continuaba peleando.
Su racionalidad intentó averiguar por qué Su Ping había sembrado tal miedo intenso en su corazón
Sin embargo, no pudo encontrar ninguna pista, lo que le hizo sentirse frustrado.
Tras un largo silencio, Chen Xi lentamente abrió la boca:
—Perdí.
La audiencia quedó impactada por esa respuesta.
Aunque podían decir que algo estaba mal con Chen Xi, no esperaban que él admitiera la derrota.