—¿Qué pasa con tu cabeza? —Lin Xiu encontraba imposible de entender; simplemente pensó que Su Ping tenía demasiada confianza en sí mismo, así que no quiso hablar más con él.
Activó la placa de espada nuevamente, en un intento de bloquear las acciones de Su Ping. Mientras tanto, corrió en otra dirección.
Lo que Su Ping había dicho antes lo había engañado haciéndole pensar que este último solo lo estaba provocando porque no podía obligarlo a quedarse.
Sin embargo, el choque le hizo darse cuenta de que había sido engañado. ¡El chico era tan astuto que a propósito dejó tal impresión en él! Sería imposible suprimir a Su Ping en un enfrentamiento directo.
¡El tesoro definitivo de los santos no funcionaba en Su Ping! Aunque era uno de los más fuertes sin tal tesoro; sin embargo, a regañadientes, tuvo que admitir que era incapaz de matar a Su Ping.
—¿A dónde crees que vas? —Viendo que el otro estaba corriendo, Su Ping rugió—. ¡Alto!