Las potencias vertieron todo en su ofensiva. Sus ataques tomaron la acumulación de sus experiencias de vida y se las lanzaron al Rey Elbas.
La pulsera divina mantenía al Real atrapado dentro de ese mundo inofensivo. El Rey Elbas se encontraba incapaz de lanzar ataques mientras esa aura lo rodeaba.
Sin embargo, la pulsera no afectaba los ataques de las potencias. Se filtraban dentro de esa área peculiar y se estrellaban contra las llamas restringidas.
Innumerables explosiones resonaban dentro del mundo oscuro. Noah y los demás no se limitaban a lanzar solo una oleada de ataques. Presionaban mientras duraba la pulsera divina.
Tenían que asegurarse de que el Rey Elbas no sobreviviera. Esa era su última oportunidad para ganar la batalla, y no se atrevían a desperdiciarla.
El halo dorado irradiado por el Rey Elbas se atenuaba a medida que los ataques continuaban impactando en sus defensas. Las potencias lo sumergieron con todo lo que tenían.