Noah avanzaba hacia las formaciones defensivas sin prestar atención a sus alrededores. La nube de humo corrosivo se esparcía desde su forma demoníaca y pronto aterrizó sobre los escudos dorados.
El humo no logró atravesar esas defensas, pero temblores brotaban de vez en cuando en su superficie mientras el hechizo de Noah continuaba atacándolos.
Era un asedio constante. La Forma Demoníaca forzaba a los escudos dorados a malgastar más energía ya que permanecía encima de ellos.
—No podemos evitar las flechas —dijo Demoníaco Perseguidor acercándose a él. Una capa metálica había aparecido sobre su piel, y un sonido zumbido salía de ella para mantener el humo corrosivo a distancia.
—Alguien siempre necesita bloquearlas —dijo Gran Anciana Diana mientras también alcanzaba a Noah. Una serie de relámpagos minúsculos cubría su figura y destruía cada partícula de humo corrosivo que intentaba tocar su piel.