El mundo empezó a temblar incluso antes de que la explosión del anillo del Demonio Divino barriera esas tierras. Era como si se hubiera dado cuenta de que un evento que rompería la tierra estaba a punto de extenderse en el área.
La detonación que siguió al silencio redujo toda la montaña a cenizas, creando una columna de fuego y humo que alcanzó el cielo negro mientras se expandía en las regiones cercanas.
El metal y el suelo no resistieron la intensidad de las explosiones y se desmoronaron, abriendo caminos para el magma que fluía tanto desde arriba como desde debajo del mundo oculto. Sin embargo, incluso esos ríos rojos no pudieron sobrevivir a la autodetonación del anillo de Noah.
Era una escena apocalíptica, y grietas que llevaban al vacío se abrieron por todas partes en el ambiente. El mundo estaba terminando, y nadie hacía nada para detener esa destrucción.
