Noah descendía hacia la montaña mientras su aura envolvía la manada de monos. Su presión como híbrido obligaba a esas bestias a quedarse quietas, dejándolas apenas capaces de respirar.
La mera presencia de una criatura en los rangos heroicos era suficiente para suprimirlas por completo. En el caso de Noah, podía hacer que se sometieran con el pensamiento más superficial.
Los monos temblaban mientras Noah se acercaba para analizar sus cuerpos. El asombro se dibujaba en toda su expresión. ¡Ese era el descubrimiento más inesperado que podía encontrar en ese mundo oculto!
«¿Es esta la especie Kesier?», Noah se cuestionaba a sí mismo aunque tenía pruebas claras justo frente a sus ojos. Los monos tenían piel negra cubriendo casi todo su cuerpo, pero había mechones de pelo blanco que formaban complejas runas sobre ella.
Noah no podía dejar de reconocer esas runas. Tenía sus copias flotando en el centro de su mar de conciencia, justo encima de su figura semi-transparente.