El valor de esos cuadros era inmenso. Después de todo, cada uno de ellos exudaba parte de las individualidades de existencias que habían alcanzado los rangos divinos.
Estaban casi a la par con las huellas dejadas por los seres divinos en el nuevo continente en términos de los beneficios que podían proporcionar. Tan solo con cultivar cerca de uno de ellos, un cultivador podía sentirse alentado a entrenar más duro y aspirar a reinos más elevados.
Era una lástima que no pudieran llevarse ninguno. Aún así, Noah y los demás siempre podrían volver y cultivar allí por algún tiempo después de terminar de explorar el castillo. También tenían la intención de echar un vistazo a las tierras fuera de esa estructura. Solo tenían que decidir cómo proceder en esa tarea más adelante.