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—Pacífica Tormenta se sintió casi deprimido —admitió, al darse cuenta de que tenía que ponerse serio contra un cultivador que había estado en el quinto rango por menos de cincuenta años.
Era un guerrero experimentado que había logrado crear un estilo de batalla estable que hacía uso de su individualidad, incluso si tenía en su mayoría características defensivas. Sin embargo, solo podía esforzarse al máximo ante tal demostración de poder puro.
Los hilos de humo que salían de la armadura de Noah se asemejaban a cuchillas afiladas que destrozaban el aire y creaban enormes cantidades de energía primaria. Las escamas sobre su cuerpo eran tan densas que la mayoría de los cultivadores no creerían que estaban hechas de gas corrosivo.
Era como si Noah se hubiera transformado en un demonio nacido solo para destruir, y Pacífica Tormenta ni siquiera podía poner en palabras la cantidad de peligro que sentía al mirar su figura.