—¿Recompensar su bondad? ¿¡Acaso está delirando!?
Noah entendió que su situación era compleja.
Estaban recluidos en su país, incapaces de buscar ayuda en el mundo exterior.
El Imperio los rodeaba por todos lados, impidiendo cualquier ayuda externa.
Además, no tenían los medios para volverse más fuertes, solo podían mirar cómo sus fuerzas disminuían lentamente en número contra el asalto interminable del Imperio.
Su única esperanza era en los cultivadores solitarios que cruzaban sus fronteras por accidente.
—¿Qué puede hacer un solo cultivador? ¡El Imperio tiene a un maldito Dios como líder!
Noah los entendía, pero aún pensaba que su enfoque era increíblemente estúpido.
—Lisa espera que un cultivador solitario sienta lástima por ella y les ayude desde fuera del país… Esto es simplemente temerario.
¿Quién querría la enemistad de un Dios?
¿Quién sacrificaría sus perspectivas para salvar a un país con el que no tenía vínculos?
La respuesta era simple: ¡nadie!