En el área sin árboles del bosque.
Una gran nube de humo negro creaba una zona mortal de veinte metros de ancho.
En algún momento, el viento sopló y llevó con fuerza la oscura nube consigo.
En el suelo, un hombre de mediana edad casi desnudo miraba en la dirección de la Ciudad de Ebonrest.
Solo había una herida en su cuerpo, un pequeño corte en su hombro, pero ya se estaba curando a alta velocidad.
Dos hombres con capucha llegaron al lugar y observaron la escena desordenada.
El suelo estaba nivelado y no quedaba ningún rastro de vida en esa área.
Uno de ellos habló hacia el hombre desnudo.
—Señor Abel, ¿qu...
Sin embargo, antes de que pudiera terminar su frase, un corte de viento pasó justo al lado de su mejilla creando un pequeño corte en ella.
Abel se giró y regañó al otro bandido.
—¡Nunca uses nuestros nombres reales en esta misión! ¡Soy el Número Tres!
Ambos bandidos se inclinaron pidiendo perdón mientras Abel simplemente agitaba su mano con irritación.