El fondo del mar tembló mientras la batalla contra la manada invasora continuaba. Ondas de choque capaces de quebrantar la misma estructura del agua cubrían toda el área, y se formaron grandes mareas en la superficie.
Noah necesitaba de tres a cuatro ataques para despachar una cabeza, y su tamaño impedía que las Hidras lanzaran sus habilidades innatas tras él.
Se movía entre los largos cuellos y aceleraba siempre que encontraba una oportunidad. Mientras tanto, sus llamas y humo corrosivo rodeaban a ambas criaturas y les causaban daño con el tiempo, además de restringir sus movimientos.
Las Hidras se encontraron en una situación desesperada, y sus instintos tomaron control de sus cuerpos cuando vieron a Noah destruyendo la tercera cabeza.