—El dolor en su muñeca hizo que la Anciana Madam Xia casi se desmayara. Su garganta estaba seca y no podía decir nada. Sin embargo, su fuerte deseo de vivir la hizo rugir con todas sus fuerzas —¡No fui yo!
—Entonces dime quién fue. Quizás pueda perdonarte —Qiao Xi sonrió siniestramente mientras su mirada barría a todos. Bajo la intimidación de Qiao Xi, todos bajaron la cabeza. Nadie se atrevió a admitir todo esto.
—La Anciana Madam Xia temblaba incontrolablemente. Ella podía sentir que Qiao Xi realmente quería matarla —¡Qiao Xi! Realmente no fui yo. ¿Cómo podría una junior como tú
Antes de que pudiera terminar, su garganta se apretó de repente. Qiao Xi de repente agarró su cuello —¿Quién destruyó las pertenencias de mi madre? ¿Vas a decírmelo?
