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—Había cuatro hombres esta vez, y Lin Tao no estaba presente —comentó uno—. Las antorchas de los cuatro hombres iluminaron el contenedor. Uno de ellos incluso sacó su teléfono y lo miró fijamente.
—Shen Yan tuvo una mala presentación —narró el autor—. Se acercó a Fu Xiaoxiao. Bajó su voz y dijo:
—Creo que quieren trasladarnos a otro lugar. Ten cuidado. No te delates. No dejes que descubran que las cuerdas de tus manos y pies no están bien atadas.
—Cuando Fu Xiaoxiao oyó las palabras de Shen Yan, su cara se puso pálida del susto —continuó la narración—. Preguntó ansiosamente:
—¿Podría ser que mi hermano y los demás ya han descubierto dónde nos ocultamos, así que quiere escondernos en otro lugar? Shen Yan, ¿qué deberíamos hacer ahora?
—Shen Yan no sabía qué hacer en ese momento —seleccionó el autor—. Cuatro hombres estaban frente a ellas, y las dos no eran rival para ellos.
—Cuando un hombre estaba a punto de saltar al contenedor, Shen Yan dijo: