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Shen Yan no pudo evitar dar un paso hacia adelante. Luego vio que la mano de Fu Hang, que había estado agarrando la suya, se había vuelto rígida.
—No te pongas nervioso —dijo, inclinando la cabeza y mirando a Fu Hang con una sonrisa consoladora en su cara—. Mi padre es bastante bueno. Será gentil contigo.
Cuando Fu Hang escuchó las palabras de Shen Yan, frunció ligeramente los labios.
A pesar de que Shen Yan lo perdonó, él entendió que si hubiera tenido la capacidad de luchar contra el Grupo Cielo en ese momento, no habría dejado a Shen Yan sufrir.
Shen Kun naturalmente también vio a Fu Hang. Fu Hang había estado sosteniendo la mano de Shen Yan desde que llegaron, y frunció el ceño.
Cuando Shen Yan y Fu Hang se divorciaron, Shen Kun estaba extremadamente feliz. Pensó que su pequeña princesa finalmente había vuelto, y que ya no necesitaba ser maltratada por esos hombres malolientes del exterior.
