"¿Cómo podría Lu Yan seguir riendo si su mano todavía le dolía?
¿O se volvió loco y no sabe lo que es el dolor?"
—Me duele —respondió honestamente Lu Yan—, y mi tono está lleno de lástima y queja.
—¿Entonces cómo puedes seguir riendo? —Shen Yan miró la expresión de Lu Yan y no pudo evitar reírse.
Lu Yan miró la sonrisa en su cara. Un cierto sentimiento en su corazón estaba echando raíces y brotando. Por un momento, se quedó perplejo. No podía creer que este momento fuera real.
Shen Yan sonrió y se dio cuenta de que había algo raro en la forma en que Lu Yan la miraba. Tosió ligeramente y declaró:
—Ya es tarde. ¡Deberías descansar! ¡Es hora de que vuelvas!
Justo cuando Lu Yan estaba a punto de hablar, su teléfono sonó.
Shen Yan guardó ordenadamente la medicina cuando escuchó la voz de Tong Guang en el teléfono de Lu Yan.
—Presidente Lu, lo siento mucho. Surgió un problema en casa y tengo que regresar. ¿Por qué no te quedas en la casa de la señorita Shen esta noche?