En la entrada de la Mansión Chu.
En el momento en que el mayordomo abrió la puerta del Bentley, todos se volvieron para mirar.
Lo primero que entró en su visión fue un par de relucientes zapatos de cuero negros, seguidos de un traje negro bien confeccionado. El traje hacía que el par de piernas pareciera largo y recto, los hombros anchos y la cintura delgada. La persona vestida con el traje parecía tener una figura recta y alta, como una jabalina.
Todos miraron entonces la cara de esta persona. Los ojos de fénix del hombre resaltaron su frialdad. Tenía una nariz alta y una mandíbula firme que ocultaba su gran belleza, dando una sensación de fortaleza y determinación.