—Voy a contar hasta tres. Piensa si quieres pedir disculpas.
Su apariencia desganada no parecía intimidante, pero si uno observaba detenidamente sus ojos, descubriría que eran extremadamente oscuros y tan profundos que parecían no tener fondo. Era aterrador.
Jiang Zongjin sabía que Qiao Nian estaba defendiéndolo. Se le enrojecieron los ojos. Como hombre, casi pierde el control de sus emociones.
Su hija era demasiado filial. Claramente él no había hecho nada por ella, pero Nian Nian siempre había ido adelante para protegerlo.
Jiang Zongjin giró la cabeza y cerró sus puños para contener las lágrimas en sus ojos. Luego se acercó y tiró del brazo de la chica.
—Nian Nian, olvídalo.