Todos no podían creer lo que veían. ¿Cómo? ¿Cómo había sucedido esto?
Duque Henrys se levantó lentamente del suelo. Su cuerpo comenzó a temblar.
—¿P-p-princesa Beatriz? —el duque balbuceó cuando reconoció ese hermoso rostro que parecía no haber sido tocado por el tiempo.
—Ha pasado mucho tiempo, Henrys. —La fría voz de Beatriz sonó mientras miraba al duque con un toque de nostalgia en sus ojos. El duque cayó de rodillas y comenzó a llorar a los pies de Beatriz.
—¡Realmente estás... viva... Su Alteza! —El duque gritó, completamente conmocionado. —Por favor, dígame que esto es real, que realmente estás viva y eres real, princesa.
—Soy real, Henrys. —Beatriz declaró y las comisuras de sus labios se curvaron en una sonrisa.
