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—¡Azur...! —Vera había gritado, sintiendo la conmoción y el leve dolor que viajaba a través de su vínculo mental con su dragón. Mirando más de cerca, Vera notó que el tentáculo se estaba apretando alrededor de Azur, como si intentara estrangularlo además de ya estar arrastrándolo hacia el núcleo negro. Él se esforzaba luchando por retroceder y resistiendo los cordones de humo que parecían empeñados en arrastrarlo lejos.
No era una exageración decir que el panorama celestial en el rincón del mundo de Vera estaba en completo caos. Innumerables tentáculos oscuros se entrecruzaban en el cielo, cada uno con su extremo retorcido y enrollado alrededor de una parte del cuerpo de un dragón. Algunos tentáculos incluso extendían su alcance a aquellos en el suelo. Todos estos cordones de humo habían salido del mismo núcleo negro hacia el que apuntaban ambas divisiones del ejército.