—Cielos... —suspiró entre sus jadeos luego de unos minutos—. Mira lo que me hiciste hacer... Zanya.
Zanya chasqueó la boca, aún recuperando el aliento, mientras se reía sin aire y se recostaba cómodamente en su abrazo. —Dijo la bestia disfrazada... siempre has sido una bestia actuando tan inocentemente, ¿no es así? —lo acusó mientras seguía riendo y golpeaba la parte de atrás de su cabeza contra su pecho.
—Yo... yo nunca... hice algo así antes, créeme. —Le susurró al oído—. Creo que tú eres la que... me hizo... me convirtió en una... bestia. Jamás he... deseado a alguien de la manera en que te deseo a ti, Zanya. Tan pronto como estoy dentro de ti simplemente no puedo detenerme... Yo... —aunque comenzó con un tono burlón, al final, su voz era suave y seria. No quería que Zanya lo confundiera con un coqueto y alguien que simplemente hace esto con otras mujeres.