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—¿Se te permite ir allí? —Evie estaba un poco asustada de que él hubiera entrado al lugar sin permiso.
—No te preocupes, esposa. Lo que temías que había ocurrido, no ha pasado —Gavriel rió entre dientes y le guiñó un ojo a su esposa, sabiendo lo que ella había pensado—. Padre me concedió el permiso para entrar.
—Espera... no me digas que esta es la razón por la cual estás tan seguro de encontrar una manera de... —Evie se detuvo mientras la sonrisa de Gav se tornaba pícara y él asintió con sabiduría hacia ella.
