Completamente satisfecha ahora después de algunas rondas más de hacer el amor, Evie descansaba contenta con la cabeza apoyada en el pecho de Gav mientras él se recostaba en el cabecero acolchado y acariciaba su cabello con cariño. A pesar de sus largas horas de ejercicio, ninguno de los dos parecía somnoliento o cansado todavía. En cambio, parecían estar más frescos que nunca.
—Gav… —Evie pronunció su nombre suavemente, deslizando sus dedos en pequeños círculos sobre sus músculos tonificados.
—Hmm…? —Él respondió complacientemente.
—¿Cómo entraste al portal? —preguntó ella, y la habitación se quedó en silencio. Había querido preguntarle sobre esto desde que él apareció ante ella. Y ahora, después de haber tratado los asuntos más importantes entre ellos, era el momento perfecto para preguntarle.
