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En la Gran Ciudad...
El Rey Belial, quien acababa de salir a toda prisa del palacio, deseoso de recibir a su esposa en su regreso, se detuvo en seco cuando se encontró con una vista inesperada. Se quedó sin palabras ante la vista del enorme ejército de forajidos fae oscuros que había llegado junto con ella. Pero tras parpadear unas cuantas veces, una sonrisa juguetona apareció en su rostro mientras se acercaba a ellos, incapaz de esperar para volver a abrazar a su esposa. La había extrañado muchísimo todo el tiempo que estuvo fuera visitando a su hijo mayor.
El rey estaba sin palabras, pero no estaba tan sorprendido. Esta reina suya nunca dejaría de encontrar alguna manera de dejarlo sin habla cada vez.