Azrael regresó al castillo aún reflexionado sobre lo que Gideon le había contado. Aún absorto en sus propios pensamientos, no se dio cuenta de que suspiraba en voz alta y que alguien se le había acercado.
—¿Qué pasa con ese suspiro tan largo? ¿Gideon te regañó o algo así? —preguntó Kione al ver a su amigo suspirando profundamente.
—No. En realidad, habló mucho cuando hablé con él antes. Todavía estoy shockeado en este momento —Azrael respondió mientras Kione se apoyaba en su hombro, listo para escuchar más detalles—. Me alegra verlo bastante relajado ahora. Podría ser el efecto del vínculo de apareamiento… pero a pesar de eso, creo que ahora está más que bien.
—Mejor para él —comentó Kione de manera perfunctoria, lo que le valió una mirada de Azrael. Pero luego pasó su brazo alrededor de los hombros de su amigo.