—Todavía puedes llamarme Evie cuando estamos solas. Después de todo, todavía somos amigas, ¿verdad? —Evie sonrió amablemente a Vera.
—No estoy segura de si todavía merezco ser tu amiga. Yo soy... Solo soy una dama sin nombre ahora —Vera bajó la mirada y se acomodó lentamente de nuevo en su silla.
—No eres sin nombre. Eres Vera... y aún eres la humana más hermosa que jamás he visto —Evie sonrió y los labios de Vera temblaron un poco.
Evie se acercó y envolvió a la dama temblorosa en un cálido abrazo y las dos se abrazaron durante mucho tiempo, sin romper el silencio hasta que el temblor de Vera se calmó un poco.
—No estoy segura de cómo llegaste aquí. Pero… si quieres volver a la superficie, solo avísame. Puedo ayudarte —Evie le dijo con cuidado. Pero Vera negó con la cabeza, lentamente pero con firmeza.