—Esta es mi ciudad, Yryzia —dijo Gideon con orgullo en su voz—. Y Evie no pudo evitar sentirse mesmerizada ante la visión que tenía delante. La gran ciudad estaba construida de una forma que Evie nunca había visto hacer antes por ninguna raza en la superficie. Era como si estuviera en una caverna tan grande que incluso los dragones podrían volar dentro de ella. Era como si tuvieran su propio 'cielo', aunque no tan infinito como el que tenían en la superficie, el espacio entre el suelo y el techo era mucho más grande de lo que Evie había imaginado o esperado. Las casas que estaban esparcidas por debajo parecían estar hechas de cristales negros al igual que los castillos.
Lo más sorprendente era que el lugar no era tan oscuro como ella pensaba, a pesar de estar situado bajo tierra. El techo de este lugar estaba lleno de cristales azules que brillaban como estrellas. También había un río abajo que brillaba con el mismo agua resplandeciente y cristalina que en Crescia.