—Mirándolo en silencio mientras apreciaba la vista, Zanya experimentaba algo que encontraba aterrador. No podía despegar sus ojos de él como si fuera ella la que estuviera bajo el hechizo del vínculo ahora. ¿Era porque... este hermoso ser parecía tan malditamente atormentado ahora? ¡¿Ugh, acaso era una pervertida?!
—¡Maldición! —murmuró para sí misma, mordiendo su labio inferior con más fuerza. Su expresión parecía indicar que se había metido en los problemas más graves, de los que ni siquiera podía escapar. Y de alguna manera, no parecía que quisiera escapar de todos modos.
—Luego se agachó y colocó sus manos sobre su pecho. Te daré más fuerza. Pero eso es todo lo que puedo hacer por ti ahora. Después de esto... te dejaré solo como deseas —dijo ella—. Luego su magia brilló desde sus palmas, transfiriéndose a él.
—Sin embargo, su gran mano atrapó sus muñecas. La textura ligeramente áspera de su mano creó una deliciosa fricción que envió su piel en una forma placentera.