—¡Gav! ¡Espera! ¡Ah! —La voz de Evie resonó dentro de la habitación insonorizada, pero Gavrael no parecía poder escucharla.
Un sonido gutural de puro placer fue lo único que escuchó de él mientras continuaba con su entusiasta ritmo, penetrándola una y otra vez, haciendo que ella solo pudiera aferrarse con fuerza a sus hombros y esperar a que la tormenta amainara.
—M-más… despacio…! Gav…! —suplicó mientras se aferraba, incapaz de mantenerse al ritmo de su inesperada intensidad, pero era como si su súplica hubiera servido para excitarlo y estimularlo aún más en lugar de detenerlo. Jadeó sorprendida al sentir cómo su virilidad se agrandaba dentro de ella.
Le dio la impresión de que su ya gruesa longitud se volvía aún más grande, más caliente y penetraba más profundamente dentro de ella, y lo único que podía hacer era endurecerse. Era demasiado… esto era demasiado para ella…
