Mientras el dragón descendía lentamente, vieron las ruinas del hermoso y alguna vez blanco como la nieve lugar. El corazón de Evie se contrajo de agonía al ver la escena que la recibía. Dacria era irreconocible, muy distinto al deslumbrante paisaje que recordaba en su mente. Ahora no eran más que ruinas. Luchó por mantener la calma y contuvo las lágrimas mientras el dragón daba vueltas lentamente y finalmente aterrizaba en el lugar donde antes se erguía majestuosamente el castillo.
En el momento en que aterrizaron, Evie se dio cuenta de que era el lugar exacto donde vio por última vez a Gavriel. Los recuerdos volvieron a su mente en ese momento, cuando Gavriel la abrazó y la besó antes de empujarla hacia la mazmorra.
Evie se mordió el labio inferior con tanta fuerza que tuvo que obligarse a tragar las lágrimas que amenazaban con derramarse en cualquier momento. Este no era el momento de llorar.
