Bancos de nubes habían cubierto lo que fuera que estuviera detrás de esta aparente otra puerta a la que miraban. Al darse cuenta de que Onyx no iba a moverse más, Evie cerró los ojos y habló con el dragón.
—¿Se supone que debemos bajarnos de ti ahora? —preguntó ella y cuando el dragón emitió un sonido de ronroneo, Evie miró a sus hombres y asintió con la cabeza.
Una vez que todos estuvieron en el suelo excepto Evie, Onyx se agachó como si fuera a guardar o esperar por ellos allí.
Evie miró el camino brumoso frente a ellos y luego cerró los ojos. —¿No vas a venir con nosotros? —preguntó ella, y el dragón ronroneó de nuevo.
—Parece que Onyx no nos acompañará más. —Evie le dijo a sus hombres.
—¿O-Onyx? —Reed inclinó la cabeza al preguntar, y Evie se dio cuenta de que aún no les había contado el nombre de su dragón.