El asombro se dibujó en el rostro de Evie mientras miraba el pasaje secreto. Su boca estaba literalmente abierta. Era alucinante pensar que incluso los vampiros tendrían la necesidad de hacer pasajes secretos. Nunca pensó que pudiera encontrar algo así en un lugar tan aburrido como la biblioteca. Le llevó un buen rato calmar su emoción y recuperar el equilibrio antes de reunir el valor suficiente para acercarse lentamente y con cuidado a la oscura y espeluznante puerta.
—¿A dónde lleva este pasaje? —preguntó, susurrándose a sí misma. Su corazón latía con fuerza en sus oídos y sabía que no era porque estuviera emocionada por tener una aventura inesperada en este pasaje secreto que podría estar ofreciéndo. Era pura nerviosismo y una sana dosis de miedo. Y no sabía exactamente por qué. ¿Tenía miedo?