—El sol ya era una pelota roja, besando el horizonte cuando Alicia se levantó de su asiento para partir —dijo el narrador.
El grupo acababa de terminar su breve discusión que giraba principalmente en torno al escondite de Zeres y cómo Alicia podría infiltrarse de manera segura en el campamento del enemigo sin luchar contra los vampiros no muertos en la línea del frente.
Además de que Alicia insistiera en que debía ser ella la que fuera, todos los demás sabían en el fondo que su oferta era la cosa más lógica que podían hacer en ese momento.
—¿Pero estará bien? —Kyle preguntó, incapaz de ocultar su preocupación por más tiempo. Aunque de alguna manera sabía seguramente como sabía su propio nombre que Zeres no lastimaría a Alicia, es innegable que la reina bruja estaba actualmente en un estado muy vulnerable. Dejarla ir sola le preocupaba tanto que no dejaba de mirar a su hermano, esperando que él diera esa seguridad de que seguiría a Alicia en secreto.