Alex estaba secando el cabello de Abi después de que se le hubiera dado su castigo. Eso fue una experiencia única en su tipo para él e incluso Abi sintió que su vida sexual como esposo y esposa no sería tan inocente como lo había sido después de esta noche.
Una vez que su cabello estuvo seco y los nudos peinados, Alex la acogió entre sus brazos y la acostó en la cama. Un suave y delicado beso aterrizó en su frente.
—¿Estás bien? Espero que no estés demasiado exhausta —le dijo, sus ojos amorosos y gentiles.
Ella sonrió y un suave rubor se deslizó por sus mejillas. La chica mala había desaparecido y su inocente corderito había vuelto de nuevo.
—Estoy bien —le aseguró y Alex se sentó a su lado.
—¿Debo leerte la continuación de esa historia antes de que te duermas?
Abi lo miró con ojos sorprendidos. Esta era la primera vez que él ofrecía leerle un libro. Y sí, casi había olvidado esa historia.