Los tres pronto llegaron a un edificio.
Todavía...
—¿Este es el negocio del Tienda del Señor? —Zhou Zhou miraba el edificio con expresión vacía.
Este edificio apenas tenía cuatro o cinco metros de altura y tenía solo siete u ocho metros de largo y ancho. Parecía más pequeño que un negocio a la orilla de la carretera y no se veía en absoluto.
En este momento.
En un asiento en la Tienda del Señor.
Un hombre mayor de mediana edad con un poco de calvicie, gafas de leer y un fino suéter negro parecía haber sentido la llegada del invitado.
Dejó a un lado el bordado en su mano y se acomodó las gafas de leer. Luego, se levantó y se dirigió al mostrador negro en la entrada de la tienda. Miró a Zhou Zhou, quien estaba entre los tres.
—Saludos, mi Señor. —Se rió entre dientes.
—¿Eres el jefe aquí? —Zhou Zhou preguntó.
—Así es. Soy el dueño de esta Tienda del Señor.
—Me llamo Zhou Chengmin. Mi Señor, puedes llamarme Viejo Zhou. —Zhou Chengmin sonrió.
