Sharon no esperaba encontrarse con un hombre tan desvergonzado. Levantó la mano nuevamente y llamó a los subordinados de John, aparentemente queriendo atacarlo de nuevo.
—¡Señorita Sharon! Señorita Sharon... por favor, perdone a este sinvergüenza por el bien de este anciano. Sé que este malnacido ha cometido un error irreparable contra Kerry, pero solo tenemos a este niño en la familia... —Las lágrimas brotaban de los ojos de Fred. Sin importar cuán enojado estuviera, no quería que su nieto volviera a ser golpeado.
Al ver las acciones de Fred, Sharon asintió e hizo un gesto para que sus subordinados soltaran a John. —Hoy, perdonaré sus vidas. No divulguen lo que ocurrió hoy. En cuanto a la familia de Francis, no me meteré con ustedes ahora. Si hay una próxima vez, su familia definitivamente no existirá más en Nueva York. —Su pequeña voz era opresiva.