PUNTO DE VISTA DE ARIANNE
Freya me miró fijamente, sus ojos marrones se ensancharon en confusión y esa fue la primera vez que dejó caer su máscara. —¿Qué quieres decir? —pregunté.
—Sabes quién soy —afirmé. No era una pregunta.
Freya soltó una risita y si no escuchaba atentamente, no habría podido decir que era forzada. —¿A qué te refieres con eso? Por supuesto que todos saben quién eres, su alteza.
—¿Y eso es qué?
Freya abrió la boca, pero de repente la palabra se atoró en su garganta. Arqueé una ceja hacia ella, esperando pacientemente lo que iba a decir. —¡Eres la reina de... el señor oscuro! —exclamó.
Le sonreí en respuesta, —Bueno, tienes razón en que lo soy —dije y una expresión de dolor cruzó sus rasgos, pero se fue tan rápido como llegó. —¡Pero en realidad soy la reina de Eragon, esposa del rey de los lobos! —añadí iluminando mis ojos para efecto mientras los de Freya se ensanchaban en incredulidad.
—¡Oh dioses arriba! —se quejó Ravenna pero yo la ignoré.