—¡ARIANNE! —Ivan me gritó.
Un gemido escapó de mis labios y miré hacia abajo al cuchillo que había clavado en mi palma, sujetándola a la mesa. Podía sentir que la herida intentaba cerrarse, pero como no saqué el cuchillo, el dolor era insoportable. Jadeé en voz alta mientras intentaba soportar el dolor del cuchillo. Ivan se levantó de la silla tratando de alcanzar el cuchillo, pero lo aparté de mi mano y lo presioné contra mi garganta en su lugar.
—¡Arianne, qué estás haciendo? —Ivan me gritó con enojo en su cara.
—¡Arianne! —Azar llamó.
Dirigí mi mirada solo para encontrarlo mirándome con un profundo ceño fruncido en su rostro. —¡Fuera! —Le gruñí.
—¡Mantén la calma! —Azar susurró en mi cabeza para que solo nosotros dos pudiéramos comunicarnos entre sí.
—Negué con la cabeza firmemente—. ¡Fuera!
—¡Arianne suelta el cuchillo! —Azar dijo en mi cabeza de nuevo, dando su orden.