—Ivan… ahhh —Mi voz terminó en un jadeo cuando Ivan se adentró profundamente dentro de mí.
Ricé mis dedos de los pies mientras Ivan continuaba entrando y saliendo de mí. Con esta posición, la intensidad del sexo aumentó. Ivan apretó fuertemente mi muñeca y me penetró aún más fuerte. Giré mi cabeza y mordí la almohada porque no quería gritar. ¡Era demasiado! ¡Demasiado!
—Ivan, por favor... —gemí mientras me movía para encontrarme con su empuje.
—¿Por favor qué? —jadeó Ivan— y bajó la mano entre nosotros para acariciar mi clítoris.
—¡Ahhh! —grité cerrando los ojos con fuerza—. Por favor Ivan…
Ivan sonrió antes de finalmente voltearnos para que ahora yo estuviera arriba. Levanté la vista para encontrarlo mirándome con una sonrisa.
—Móntame. —Ivan ordenó.