—¡Necesitaba mi ayuda! ¡Zaron necesitaba mi ayuda! Me había pedido ayuda, la cual prometí ofrecerle, y era lo correcto hacerlo, por eso me estaba moviendo sigilosamente por mi castillo como un maldito ladrón a las seis de la tarde. Ya era un experto en moverme sigilosamente por los terrenos del castillo, pero voy a admitir que esta vez era un poco más difícil.
—Por alguna razón hoy, los gemelos estaban más pegajosos, especialmente Caden. La forma en que se aferraba a mí y lloraba si no le prestaba atención casi me hacía querer llamar a Madea para que le pusiera un hechizo de sueño. Finalmente, logré hacer que se durmiera y luego comencé mi plan para salir a hurtadillas de los terrenos del castillo.