Ivan me miró con una sonrisa en su cara. No sabía por qué estaba tan feliz esta mañana. Oh espera, sí lo sabía, probablemente porque me había lanzado a él como una perra en celo. Lo fulminé con la mirada mientras Ivan se sentaba en la cama. Yasmin, sintiendo mi furia silenciosa, tomó eso como su señal para salir, sin duda podía intuir lo que estaba a punto de soltarle a Ivan.
—Deberías dejar de sonreír —le espeté.
Ivan levantó las cejas hacia mí—. No entiendo. ¿Por qué debería parar?
—¡Porque no tienes nada por lo que sonreír! —le espeté de nuevo.
Ivan suspiró con expresión pensativa en su cara—. Pues no estoy de acuerdo. Es un buen día afuera, no tengo muchas reuniones hoy y además...
Ivan hizo una pausa para darme una sonrisa orgullosa—. Derrotaste tu primera de cinco lunas.
Bufé mirando hacia otro lado—. Arrojarme a ti no es exactamente lo que consideraría una victoria.
—¿Qué quieres decir? Me gustó bastante —dijo Ivan con una sonrisa en su cara.