Afortunadamente no hubo derramamiento de sangre e Ivan y Harald seguían con sus cabezas intactas cuando nos encontramos en el comedor. Resulta que Harald también había traído a su familia. Sus dos hijos, Jason y Valdor. También había traído a los miembros de su manada, lo cual no entusiasmó a Ivan y a los miembros de nuestra manada.
Todos nos reunimos en el gran comedor. La Manada Vikinga en un extremo y la nuestra, la manada de medianoche en el otro extremo. Harald se sentó en un extremo de la mesa, mientras que Ivan estaba sentado en el otro extremo. Los dos se miraban fijamente. El resto de la manada también se miraban entre sí con enojo, dejando escapar suaves gruñidos y bufidos de sus labios. Tenía miedo de que en este punto empezaran a lanzarse cuchillos el uno al otro o, peor aún, tomaran sus formas de lobo. Eso sería realmente sangriento.
—¿Siempre son así? —le susurré a Dahlia quien había decidido unirse a nosotros.
