—Lárgate...
Al escuchar estas dos palabras, Ethan se sobresaltó; Lila nunca le había hablado así, especialmente desde tan alto.
Ethan se sintió como un payaso que mostraba el lado más humillante de sí mismo a Lila, mientras inconscientemente se enorgullecía de sí mismo y pensaba que era invencible.
Lo que era aún más difícil de aceptar era que él había llamado a Lila puta. Sin embargo, esta palabra parecía haber rebotado en ella y golpearle la cara con un dolor ardiente.
Ethan quería tomar represalias, pero al ver la mano de Mason entrelazada con la de Lila, abrió la boca, pero no salieron palabras. Todo lo que pudo hacer fue levantarse del suelo y salir del restaurante frente a la mirada divertida de todos.
Después de salir del restaurante, encontró un lugar apartado y golpeó la pared con rabia. Pero, a pesar de sus arrepentimientos, ya no podía volver atrás; no solo había perdido su estatus y reputación, también había perdido su autoestima...