—Eres mi artista firmada, ¿qué tiene de malo lo que he hecho?
Celeste miró fijamente a los ojos de Joel; no quería perderse el más mínimo cambio en su expresión. Un momento después, dijo con voz débil:
—Annie dijo que has mostrado favoritismo hacia mí.
—Eres mi artista firmada. Si quiero ser parcial, ¿qué puede hacer ella al respecto? Mientras Joel hablaba, comenzó a sonar como un general militar que le costaba entender su propio razonamiento.
Celeste miró a Joel seriamente. Sin decir una palabra, soltó un ligero sollozo y se acostó en la cama:
—Haz lo que tengas que hacer. Voy a dormir un poco.
Joel originalmente quería decir algo más. Pero, en un momento como este, no podía bajar la guardia ya que había demasiado drama ocurriendo en el exterior.
Celeste estaba en una encrucijada bastante complicada. Por un lado, estaba disgustada por la humillación que había sufrido, pero por otro, su corazón se sentía un poco conmovido por todo lo que Joel había hecho por ella.