—Mamá... ¿quién hace esto? —Zane preguntó en voz baja.
La cara de Lana enrojeció inmediatamente...
—Tía, tú decides.
—¿Ves eso? —Lila asintió con satisfacción mientras miraba a su hijo—. Deja de venir a casa y decirme que quieres casarte. Realmente tienes que hacerlo.
—Mamá...
—Está bien, no te molestaré más. Sal un momento, quiero hablar con Lana a solas —dijo Lila mientras señalaba la puerta con la barbilla.
—Mamá...
—Sal, la tía no me va a comer —Lana espantó—. La tía y yo necesitamos tener una charla privada.
Zane no dijo otra palabra, asintió con la cabeza y se dio la vuelta para irse.
Después de que él se fue, Lila se levantó y cerró la puerta de la habitación. Luego se sentó en el sofá y se volvió para hablar con Lana. Por supuesto, su expresión ya no era tan casual como antes.
—Lana...
—Tía, por favor hable.